En los últimos 60-70 años, las políticas que afectan al desarrollo del mundo,
especialmente las políticas de cooperación internacional, han cambiado de acuerdo
con el orden mundial, los intereses creados, la cada vez mayor y más evidente
interdependencia mundial y las corrientes y movimientos sociales.

El Gobierno de España suscribió en 2015 la Agenda 2030 del Desarrollo Sostenible
que exige una acción global concertada para resolver los grandes desafíos sociales,
económicos, políticos y ambientales del actual proceso globalizador, desde un
enfoque de derechos humanos universales, de equidad —para no dejar a nadie atrás
— y de coherencia de todas las políticas con el desarrollo sostenible.

La generación de esa conciencia crítica y de solidaridad debe comenzar
primeramente en las propias instituciones, demostrando así su apuesta política
manteniendo los compromisos adoptados y replanteando de manera responsable
nuevas estrategias para alcanzar objetivos en nuevo contextos.

SOLIDARIDAD

No es fácil interiorizar una solidaridad autotransformadora cuando se propagan sin cesar los valores de la eficacia individual y la competencia del mercado como los motores del progreso y el desarrollo. Un desarrollo paternalista que excluye a los que considera no competitivos.

Promover la participación y mejorar las capacidades de las organizaciones de la sociedad civil, para ejercer su rol como agentes de cambio y de desarrollo, potencia la participación de las mismas en la definición de políticas públicas, en su monitoreo y control, y facilita su articulación en redes, por la defensa de los derechos humanos, de la justicia, la equidad y la paz, cuestión que ha de formar parte de cualquier proyecto democrático y transformador.